Era el 1 de marzo. Justo hoy hace un año. Un mes antes, el 30 de enero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había decretado la emergencia internacional por los casos de neumonía iniciados en la ciudad china de Wuhan. El Sars-Cov-2 comenzaba a engordar la primera de las tres grandes olas de contagios y muerte en las que ha sumido al mundo hasta el momento. Aquel día tocó oficialmente a León. Ha pasado un año. Doce meses en los que nuestras vidas han cambiado como nunca hubiéramos imaginado.
Un año en el que el covid ha infectado a casi 50.000 personas en la provincia, que ha registrado 2.000 muertos oficialmente por el virus. A los que habría que añadir otros casos definidos como "síntomas compatibles", incluso aquellos no registrados en la estadística como parte de la pandemia. Sí están contabilizados los 6.000 leoneses que han necesitado hospitalización para intentar superar la enfermedad.
Una dolencia que ha tensionado hasta el límite a un sistema sanitario que ha sabido responder, primero desde la precariedad, la incertidumbre y el desconocimiento y más tarde desde la saturación y un agotamiento de los profesionales sanitarios que sigue también sin conocer fronteras.
A diferencia de los picos de contagio anteriores, la evolución de la pandemia se enfrenta ahora desde la esperanza de los resultados de la inmunización de los ciudadanos. Más lenta de lo esperado, con tres vacunas ya en el mercado (con sus problemas de abastecimiento correspondientes) y otras cuantas en busca de la aprobación administrativa.
En León se han administrado ya más de 46.000 vacunas, y casi 14.500 ciudadanos han recibido las dos dosis. Comenzando por las residencias de ancianos, que concentraron el drama de los fallecimientos en los primeros episodios de la pandemia.
Desde esa esperanza el mundo encara la incertidumbre del futuro del covid que ha cambiado nuestras vidas. En León, desde hace justo un año.